Terremoto en Chile

CUANDO LA TIERRA SE MUEVE

Primero fue Haití y luego Chile. Dos grandes terremotos que azotaron con fuerza los suelos y la normalidad de estos pueblos que en pocos minutos sufrieron la violencia de la naturaleza que de cuando en cuando nos recuerda lo pequeños que somos.

Soy chilena. En el año 85 y con sólo 10 añitos viví mi primer terremoto. Recuerdo que  estábamos jugando con mi hermano en casa de mi abuela y cuando se inició el movimiento, para nuestras edades y mentes de niños, el episodio se sumó como un nuevo ingrediente a la diversión… a los pocos segundos el abrazo de nuestros padres nos hizo entender que no se trataba de una travesura.

Después vinieron las noticias, las llamadas desesperadas a nuestros familiares y el regreso a nuestra casa a la que se le había desplomado el techo sin que ello significara un drama al observar el panorama del resto del país.

Han pasado los años. Veinticinco años después he sido testigo -a la distancia- del sufrimiento del pueblo de Haití y de la desesperanza de quienes han hecho noticia y desgraciadamente han ocupado la portada de los periódicos y primeros minutos de los noticieros del mundo producto del devastador terremoto que los ha golpeado y que agrava la condición de este pueblo hermano que clama ayuda.

El mundo estaba en ello, solidarizando y demostrando que la humanidad se mueve cuando la adversidad asoma. No habíamos alcanzado a recuperarnos del impacto de ver caído hasta el edificio de la máxima autoridad de Haití cuando la alarma vino desde Chile.

8,8 en la escala de Richter transforman al movimiento de la tierra en Chile en el quinto terremoto más fuerte de la historia. Treinta veces más intenso que el de Haití, aunque en este tipo de cosas poco sirven los números, como tampoco las comparaciones ya que el dolor, es simplemente eso; DOLOR.

Al fuerte movimiento telúrico de casi tres minutos lo siguió un maremoto que destrozó e hizo desaparecer dos regiones del país afectando a casi la totalidad del mismo.

Pero he querido escribir sobre esto no para informar, ya que de eso se han hecho cargo los medios de comunicación, sino para permitirme una pequeña reflexión así como también para dar gracias.

Gracias a la vida (que me ha dado tanto, decía la chilena Violeta Parra)… y ello me invita a compartir con los lectores de Vox Lócalis lo que ha sido para mí vivir el terremoto.

Confieso que no es simple describir y que las sensaciones del momento son inexplicables, pero que también lo son el sentir el abrazo de tus padres y el volver a ver a tus familiares y amigos para respirar con tranquilidad porque todos están con vida.

Que pequeños y frágiles somos… que poco necesitamos para dar gracias y que triste que lo olvidemos cuando estamos en la vorágine del consumismo y la búsqueda del éxito.

Cuando la tierra se mueve nos recuerda que basta tan poco para respirar con tranquilidad y que en lo triste y feo también es posible descubrir el valor de lo humano y la solidaridad del mundo que una vez más ha dicho presente para acompañar a los hermanos afectados.

Cuando la tierra se mueve, también lo hacemos nosotros para desde todas partes del planeta demostrar que no somos máquinas y que todos necesitamos de todos.

Gracias en nombre de mi pueblo. Gracias a quienes escribieron, llamaron y aportaron… Y gracias a quienes otra vez desde lo local han prestado la ayuda más rápida y oportuna demostrando que esta es la primera ventanita que se golpea.